Miedo. La experiencia de Elena Cortés

Elena Cortés

Community manager y redactora de contenidos Me encanta la comunicación y, como paciente oncológica, siento que Proyecto Lazos encaja perfectamente conmigo para ayudar a los que están pasando por este proceso tan difícil a través de las redes sociales.

Todo el mundo, en algún momento dado de su vida, ha tenido miedo y conoce ese sentimiento de incertidumbre, de no saber qué va a pasar. La cabeza nos juega malas pasadas y comenzamos a imaginar momentos y situaciones que quizá nunca ocurrirán. 

Cuando buscamos la definición de la palabra “miedo” aparece así: 

“Sensación de angustia provocada por la presencia de un peligro real o imaginario”. 

Pero va mucho más allá. El miedo nos paraliza, no nos deja avanzar, nos bloquea y hace sentirnos mal ante ciertas circunstancias o situaciones. Se podría decir que el miedo es uno de los peores enemigos del ser humano. 

Pero, aun sabiendo esto, en muchas ocasiones nos invade, se mete en nuestra cabeza, y permitimos que nos haga daño. Nos desestabiliza y nos hace ver cosas que no existen volviéndonos en personas inseguras. 

El miedo aparece siempre. Ante cualquier momento de inseguridad viene a visitarte para hacerte sentir más vulnerable y le dejamos entrar. ¿Por qué lo hacemos si sabemos que viene a hacernos daño? 

Porque mantenerlo lejos es muy difícil. Se apodera de nosotros hasta perder el control. En algunas ocasiones somos más fuertes que él y, tal cual llega, le invitamos a irse por donde ha venido. 

Pero, en otras muchas ocasiones, se queda una larga temporada con nosotros, haciéndonos la vida mucho más complicada de lo que realmente es. 

Por eso, he decidido hablar de este sentimiento que muchas veces nos destroza en silencio y del que poco se habla. 

Cuando me diagnosticaron Cáncer de mama, mi vida se paró en seco. Una noticia así nunca es bienvenida. Pero, ¿quién fue el primero en visitarme? El miedo. 

Miedo a no saber qué iba a pasar conmigo, miedo a pasar los últimos días de mi vida junto a los míos, miedo a morir. 

Mientras la médica me estaba explicando el tratamiento y cómo proceder, yo me encontraba en un segundo plano. Mi cuerpo estaba presente, pero mi mente y mi alma se habían ido. 

Estaban viendo la secuencia como un mero espectador, haciéndose la misma pregunta una y otra vez: ¿Cáncer de mama? ¿Por qué? Es imposible. 

No entraba en mi cabeza haber recibido esa noticia tan devastadora. 

Fue el momento de irse de la consulta, la médica había terminado con sus explicaciones, mi mente y mi alma volvieron a mi ser, pero sin haber escuchado absolutamente nada de lo que nos había comentado. 

Salí de la consulta y ahí me estaba esperando él para desestabilizarme más si cabe. Dudas, incertidumbres, inseguridades, temores… Todos ellos siempre presentes a lo largo del proceso, en todas mis revisiones, en todas mis sesiones de quimioterapia y de radioterapia, en mis charlas con el oncólogo, en mi día a día.

Finalmente, no nos hicimos amigos, pero aprendí a convivir con él. Pensé que era pasajero, que si mi destino era quedarme más tiempo en este mundo iba a desaparecer en el momento en el que me diesen el alta. Pero no fue así. Ilusa de mí, pienso ahora. El miedo te sigue acompañando allá a dónde vas.

Estoy libre de enfermedad, pero sigue siendo mi fiel acompañante cada vez que voy a hacerme una revisión, cada vez que se acerca la fecha y cada vez que voy a por mis resultados. 

Pero no sólo en esos momentos, sino también cada vez que me duele algo del cuerpo. ¿Será un dolor de cuello normal o es que el cáncer ha vuelto a mi vida y está dando señales de vida? 

Ver compañeras que no han corrido la misma “suerte” que yo, que acaban yéndose de este mundo para brillar en el cielo en forma de estrella. Compañeras que sufren recaídas y que suelen ser letales. 

Ahí es cuando vuelve a aparecer el miedo en forma de piedra para meterse en esa mochila que llevas a tus espaldas, por si ya llevabas poco peso, para que pese un poco más. 

¿El cáncer volverá a mi vida? ¿Sufriré yo también una recaída? ¿Tendré de nuevo que ponerme la armadura para salir a luchar contra esta enfermedad? 

Pasar de nuevo por los dolores, caída de pelo, tratamientos que te dejan sin aliento, y un largo etc. 

¿Tendré que pasar de nuevo por esta sensación de que se acaba mi vida? ¿Saldré airosa otra vez o esta vez será la definitiva? Estas y muchas más preguntas son las que el miedo trae consigo cuando nos pilla desprevenidas y en horas bajas. 

El miedo sigue conviviendo conmigo cada día, pero soy consciente y me he hecho a la idea de que lo hará hasta el fin de mis días. 

¿Cómo controlarlo? En muchas ocasiones es imposible, y más cuando ya hemos vivido una situación similar. Sólo queda intentar convivir con él y no darle demasiado protagonismo. 

El miedo no debe guiar tu vida ni tu día a día, es un compañero de vida non grata, pero que siempre estará, por lo tanto, evita que te invada, y, en situaciones difíciles piensa en todo lo positivo que tienes y que has conseguido a lo largo de tu vida. Visualiza que todo saldrá bien, y atrae las buenas energías. 

Porque todo lo que visualizamos, acaba ocurriendo. ¡Hazme caso! 

Como consejo: aplica esto en todos los aspectos de tu vida. ¡Funciona!

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