Cómo y cuándo empezar a hacer ejercicio
Cuándo empezar a hacer ejercicio con cáncer de mama

María Plaza

Fisioterapeuta, profesora de pilates y coordinadora del proyecto. Enamorada del movimiento y de su capacidad para comunicarnos con el mundo a través de él.

En este punto nos podemos encontrar con millones de casos diferentes. Cada persona tiene unos hábitos, un estilo de vida y una situación laboral y personal distinta que va a marcar su rutina deportiva. 

Sin embargo tenemos un punto que nos une a todas, si queremos estar sanas tenemos que movernos.

Y tu pensaras: «Muy bien María, ya sé que me tengo que mover, pero ¿cómo empiezo?»

Te presento a Nerea y Claudia, nuestras dos pacientes modelo para hacerte una idea de cómo empezar según con quién te identifiques más:

Nerea tiene 2 hijos, trabaja en un supermercado, generalmente de cajera, aunque en muchas ocasiones le toca cargar estanterías, preparar pedidos… Vamos, no para en todo el día, porque al llegar a casa le esperan sus dos fierecillas de 2 y 5 años. Un terremoto de vida que acompaña saliendo a la montaña a caminar todos los domingos y yendo entre 2 y 3 veces en semana al gimnasio, body pump, zumba, lo que caiga para liberar el estrés.

Por otro lado tenemos a Claudia: Claudia trabaja en una oficina y no tiene hijos. Le encanta leer, el patchwork y salir con sus amigxs a quemar Madrid. No hace deporte, y aunque su fisioterapeuta le dice cada vez que va con el cuello cargado que debería hacer algo de ejercicio, nunca encuentra el momento.

Nerea y Claudia son blanco y negro en lo que actividad física se refiere, a pesar de que todas sabemos que existen los grises, ¿con cuál te sientes más identificada?

Léeme si eres más Nerea

Si te pareces más a Nerea, ya tienes una vida muy activa y nuestro objetivo principal es seguir así

A pesar de que ciertas rutinas vayan a cambiar debido al tratamiento y al proceso de lucha contra el cáncer, tienes que intentar mantener tu dinámica para evitar perder masa muscular, y conservar a medida de lo posible tu energía y tus capacidades físicas, además de poder seguir utilizando el deporte de válvula de escape como estabas haciendo hasta ahora. 

Qué debe hacer Nerea hasta empezar el tratamiento

Si todavía no has empezado el tratamiento y no tienes dolor ni ninguna limitación asociada a la enfermedad, lo mejor es que continúes con tu rutina como hasta ahora. Mantén tus clases de ejercicio habituales, elige aquello que te permita desconectar y soltar toda la tensión manteniéndote activa y distraída. No es momento de parar.

Si haces alguna actividad muy intensa que crees que no podrás mantener durante el tratamiento, puede ser buen momento para empezar con actividades que se vayan a ajustar mejor con la nueva etapa que está por venir. El trabajo de fuerza en gimnasio, Pilates o Yoga pueden ser una buena opción para introducir en tu rutina.

Léeme si eres más Claudia

Sé que generar un nuevo hábito, por muy saludable que sea y muchas veces que te lo haya dicho tu fisio, es complicado. No obstante, no existe mejor momento que este para empezar

El ejercicio físico es fundamental para tu salud en cualquier momento de la vida, pero en esta etapa que te está tocando vivir además puede ser un gran aliado. No importa la edad que tengas ni que nunca hayas hecho deporte antes, solo tienes que encontrar tu actividad y adaptarla a tu ritmo

Qué debe hacer Claudia antes de empezar el tratamiento

Como podrás suponer, cuanto antes empieces a ponerte fuerte más feliz será tu cuerpo y mejor llevarás el proceso por el que tienes que pasar. Por lo que, siempre y cuando no tengas ninguna contraindicación específica ni haya dolor ni limitación asociada a la enfermedad, es el momento de empezar.

Lo ideal es empezar con una actividad de intensidad media baja que podamos mantener durante el tratamiento. Pilates, Yoga o trabajo de fuerza guiado en el gimnasio pueden ser una muy buena opción. Yo como no, me tiro hacia el Pilates. 

Para conseguir los efectos buscados con el ejercicio se recomienda un mínimo de 150 minutos de actividad semanal.

Si no quieres saturar al inicio, lo ideal son sesiones no muy largas, de unos 30 minutos, 5 veces a la semana. No todo tiene que ser Pilates, puedes combinarlo con salir a pasear, por ejemplo 3 días de Pilates y dos buenas caminatas a la semana sería una alternativa maravillosa. 

Un truquito que puede ayudarte es quedarte siempre un poquito con ganas de más, de esta manera no acabarás excesivamente fatigada y al día siguiente cojeras con más ganas tu ratito de ejercicio. El objetivo no es acabar reventadas, es generar un hábito que nos acompañe para toda la vida.

Una vez comienza el tratamiento

En esta fase da igual si te identificas como Nerea o como Carla. Ahora es necesario adaptar la actividad al tratamiento que estés recibiendo, pero evitando, a medida de lo posible, perder capacidades físicas y vernos inmersas en el sedentarismo.

Es normal que te encuentres más cansada en alguna actividad del día a día como puede ser conducir o fregar los platos. Incluso que tengas miedo de ‘’forzar’’ y hacerte daño. Sin embargo, la clave está en no atascarnos en esta nueva ‘’normalidad’’. 

El objetivo siempre es recuperar toda la función o al menos gran parte de ella y para eso sólo necesitamos entrenarla de forma controlada y sin prisa.

Tu cuerpo es parte de ti y está para servirte, a pesar de que debes cuidarlo, evitando exponernos al día a día y al movimiento te estás haciendo un flaco favor. El cuidado no se basa en la sobreprotección de tu brazo o pecho, sino en entender su proceso de recuperación y avanzar con conocimiento y seguridad

En el próximo capítulo veremos las distintas formas de adaptar el ejercicio al tratamiento contra el cáncer de mama. ¿Te animas a seguir avanzando juntas?

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