Aumento y pérdida del apetito y alteraciones en el gusto y el olfato
Aumento del apetito en el proceso oncológico

María González rodríguez

Firme defensora de la importancia del abordaje nutricional en el paciente oncológico y encantada de poder aportar su granito de arena en este bonito proyecto.

Mi compañera Alicia y yo hemos preparado unos consejos nutricionales específicos para diferentes situaciones que pueden presentarse durante el proceso oncológico. 

Aumento del apetito

En algunos momentos puedes sentir una sensación de hambre incontrolada, por situaciones puntuales, por el tratamiento oncológico que estás recibiendo, o por cualquier otro motivo. Te recomendamos algunos trucos que pueden ayudarte:

  • No te sientas culpable por comer más de lo que piensas que deberías comer
  • Planifica tu menú y selecciona platos y alimentos que te llenen más, como ensaladas, legumbres, pastas y arroz integral, etc.
  • Evita los picoteos, pero si no eres capaz de controlarlos, ten siempre en tu estantería: fruta fresca, frutos secos, galletas marineras, sticks de zanahoria, encurtidos, etc. 
  • Procura masticar despacio y no introducir grandes bocados en la boca.
  • Toma la fruta entera, sin trocear ni licuar o exprimir.
  • Preferiblemente prepara un primer y un segundo plato en las comidas principales de comida y cena. Te recomendamos que el primer plato sea a partir de verduras y hortalizas, crudas o cocinadas, sopas o caldos (fríos o calientes) o legumbres y un segundo a partir de alimentos como pescado, huevos o carnes blancas también acompañados de una ración de vegetales.
  • Si el aumento del apetito se perpetua en el tiempo, coméntaselo a tu dietista-nutricionista o a tu oncólogo para que puedan personalizar estos consejos.

Pérdida de apetito

Los días de tratamiento y, especialmente, los días posteriores a la quimioterapia, puedes tener menos hambre, incluso haber perdido prácticamente el apetito. Para conseguir que tu ingesta sea la más adecuada, te facilitamos los siguientes consejos:

  • Planifica tus comidas y procura incluir alimentos y platos que te gusten más.
  • Reduce el tamaño de ración en cada uno de tus platos, pero aumenta el número de ingestas al día. Pero, ojo, no picotees. Entre toma y toma ha de transcurrir un periodo de 2 horas.
  • Ingiere platos o alimentos con una mayor densidad nutricional (de energía, proteínas, vitaminas y minerales). 
  • Si en las comidas principales hay un primer y segundo plato, comienza por el segundo, suele aportar más energía y proteínas que pueden estar más comprometidos cuando se pierde el apetito. Si optas por un plato único, procura seguir el ejemplo del plato de Harvard: ¼ de verduras y hortalizas, ¼ de cereales (pasta, arroz o pan) o legumbres (lentejas, alubias, garbanzos, guisantes, etc.) y ¼ alimentos de origen animal (pescado, huevos o carnes blancas).
  • Evita platos que tengan olores fuertes o que puedan resultarte desagradables.
  • Selecciona recetas y alimentos que no te cueste masticar. Los purés de verduras o legumbres, pescados o carnes picadas, así como licuados o zumos, pueden ser buenas opciones para ingerir todos los grupos de alimentos que hemos revisado.
  • No te llenes de agua u otros líquidos durante las comidas. Procura hidratarte antes o después de las ingestas. 
  • Si la pérdida de apetito permanece en el tiempo, coméntalo con tu dietista-nutricionista o con tu oncólogo.

Alteraciones en el gusto y el olfato

Algunos tratamientos oncológicos pueden producir alteración del olor y el sabor de los alimentos, percepción de sabores y olores extraños, o incluso producir aversión o repugnancia hacia algunos alimentos y olores. Es frecuente presentar un regusto metálico y/o amargo en ciertos alimentos.

  • Para minimizar dichos efectos secundarios, puedes tener en cuenta las siguientes recomendaciones:
  • Opta por alimentos de sabores suaves, como huevos o leche, pasta, arroz, etc.
  • Toma platos que se preparen y coman fríos, como ensaladas de pasta, arroz, legumbres o patata con huevos, pollo cocido frío, jamón cocido, queso fresco, etc.
  • Emplea como condimento el perejil, el limón y especias suaves (albahaca, menta, orégano, romero, tomillo, laurel, hinojo). Marina los alimentos antes de cocinarlos. 
  • Evita las carnes rojas, carnes grasas, el ajo, el café, la cebolla y las vinagretas.
  • Las cocciones lentas y con agua o caldo desprenden menos olor que los cocinados a la plancha, parrilla, horno…
  • Enmascara los alimentos poco apetecibles, como carnes y pescados, en purés o cremas, o cocinarlos con algo dulce (salsas o compotas de frutas).
  • No utilices cubiertos ni recipientes metálicos. 
  • Utiliza la fruta para disminuir el sabor metálico. 
  • Enjuágate la boca antes y después de las comidas con té o zumo.
  • Emplea caramelos de limón sin azúcar, chicles o caramelos de menta cuando sientas un gusto metálico o amargo en la boca.
  • Y si puedes, evita cocinar o permanecer en la cocina mientras se prepara la comida. 

¿Has pasado por estas situaciones durante el tratamiento? ¿Cómo has conseguido llevarlas mejor? Cuéntanos, te leemos.

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