Llegada a este punto, habiendo construido cómo acoger y entender tanto a ti como a tu entorno más cercano, podemos decir que con una apariencia muy parecida a la Guerrera, vas a girar la cabeza un poco más, hacia tu entorno no tan directo: tu entorno social.
Son muchas actitudes y creencias las que te puedes encontrar a tu alrededor respecto al diagnóstico que has recibido por parte del servicio médico. En este caso, la práctica de la compasión y la asertividad es fundamental para que puedas sentir con libertad y sin juicios por parte de nadie.
Además, el entorno y apoyo social son recursos muy importantes a buscar y/o mantener en este diagnóstico. Recuerda que las emociones que puedas sentir respecto a él, no tienen porqué expandirse al resto de emociones. Permitirte experimentar aquellas emociones que te provoca realizar actividades placenteras y sociales, que puedes comenzar a hacer o que ya hacías, está bien. Respetando tus etapas, tus apetencias, pero siempre buscando activamente tu bienestar, haciendo aquello que lo aumenta.
Además del trabajo emocional para contigo y tu entorno más y menos cercano, hay otras actividades que te permiten mantener armonía y fluidez, teniendo reportes muy beneficiosos en esta etapa. Ya sabemos que la práctica de actividad física tiene grandes beneficios no sólo a nivel físico sino también a nivel psicológico y emocional. Son muchas fuentes científicas que defienden la práctica deportiva adaptada en mujeres con cáncer de mama.
La actividad física de fuerza, anteriormente rechazada por completo en el tratamiento de este tipo de diagnóstico, se ha incorporado desde hace relativamente poco en las pautas a seguir, incluso en etapas de quimioterapia. Son muchos los estudios que defienden lo mucho que a nivel físico, fisiológico, psicológico y emocional se ven favorecidos por la realización de actividad física, adaptando el tipo, la frecuencia, la duración y la intensidad más eficaz de ejercicio físico a las posibilidades de la paciente.
Respecto a los beneficios psicológicos de la actividad física de fuerza en etapa de tratamiento, son muchas las fuentes científicas que defienden la disminución de ciertas emociones y estados de ánimo negativos y, por tanto, mayor salud emocional; además de la posibilidad de mejorar la función cognitiva. Los resultados de estos estudios reflejan mayores niveles de optimismo disposicional y resiliencia.
Muchos de estos beneficios se concentran en la actividad de Pilates:
- Favorece especialmente una reducción de emociones negativas, disminuye la tensión, la fatiga y el dolor.
- Refuerza la capacidad de concentración gracias a la respiración, ayudando a eliminar estrés y tensiones musculares.
- Provoca una mayor sensación de control y firmeza y mejor estabilidad emocional.
- Aporta vitalidad y fuerza y conocimiento del propio cuerpo, ayudando a reconectar cuerpo-mente-alma.
- Beneficios físicos como tonificar y reforzar distintos grupos musculares, ayuda a aumentar la flexibilidad y mejorar la postura, lo que, sin duda, tiene altos reportes positivos a nivel emocional.
- Ayuda a mejorar la percepción de la imagen corporal.
Una actividad física como Pilates es una muy buena manera para comenzar o continuar la actividad física que ya hacías anteriormente, independientemente de la fase de tratamiento en la que te encuentres. Combina perfectamente con todo el trabajo que has hecho hasta ahora a nivel psicoemocional.
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