Puede que estés en un momento de preocupación y miedo. Quiero decirte que es completamente natural que puedas sentir sensaciones corporales extrañas y muy molestas.
Quiero recordarte, además, que tienes permiso y derecho para sentir lo que estés sintiendo, sin culpa ni vergüenza. Y tienes una gran oportunidad para mejorar esas sensaciones dedicándoles atención en trabajarlas de manera óptima.
Como te decía, las sensaciones físicas de la ansiedad son muy desagradables, pero si hay algo por lo que destacan es porque son extrañas y alarmantes, y sobre todo, reales. No te las estás inventando.
¿Por qué te sientes así? ¿qué trata de decirte tu cuerpo? ¿Qué puedes hacer para disminuirlas?
¿Cuáles son las sensaciones de la ansiedad?
Tu sistema nervioso tiene gran protagonismo aquí, ya que va a influir directamente en el resto de sistemas (muscular, cardiovascular, respiratorio y digestivo).
Y es, precisamente, tu sistema nervioso quien se ve afectado por la cantidad de estrés que tengas (sea por la causa que sea).
Las principales sensaciones de ansiedad son:
- Malestar o dolor estomacal
- Sensación de inestabilidad o mareo
- Dificultad para respirar
- Náuseas
- Dolor en el pecho
- Ritmo cardíaco alterado
- Sudoración
- Hormigueo y adormecimientos
- Temblores generales o en zonas concretas
- Pinchazos en distintas partes del cuerpo
- Sensación de frío o calor interno generalizado o en zonas concretas del cuerpo
- Dolor en el brazo izquierdo
Pueden ser constantes, intermitentes, variar su intensidad y un montón de posibilidades que tengan lugar.
Como hemos hablado, las causas son multifactoriales, pero sea por lo que sea, las sensaciones son muy molestas. Además de revisar qué está provocando estas sensaciones (con ayuda y revisión terapéutica), vamos a establecer unos puntos claves para disminuir la intensidad de las mismas.
- Cubre tus necesidades básicas: comer, hidratación, dormir, descansar, movimiento placentero y adaptado. Un cerebro que no tiene cubiertas las necesidades básicas está en estado de “alerta”, no puede pensar más allá. Esto favorece el estado de estrés en el sistema nervioso.
- Date comprensión y empatía por lo que hace que te sientas así.
- Permítete sentir lo que estás sintiendo, date espacio para identificar-escuchar-atender las emociones y sensaciones que estás teniendo, expresa y suelta.
- Puedes “forzar” la relajación en vez de revisar cómo cambian las sensaciones: cada hora o dos horas, párate y realiza unas respiraciones y trae calma a tu cuerpo y mente.
- Busca acciones que te permitan atenderte y modificar tu estado emocional a uno más beneficioso: hablar, cantar, bailar, regar las plantas, pintar, escribir, leer.
- Ofrécete compasión: identifica los pensamientos como pensamientos; las sensaciones corporales como sensaciones corporales; y tú cómo la persona que puede identificarlos y distanciarte para gestionarlos.
Tu cerebro sólo está intentando protegerte para que tengas en cuenta los factores que pueden generar malestar emocional. Puedes aprender a gestionarlos. Tienes más poder del que te han hecho creer.
Y si lo necesitas, pide ayuda.
Te abrazo,
María.
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